Material fotográfico inédito de la histórica nevada en Madrid
Filomena Madrid
Madrid | 25.07.2021
Han pasado ya más de seis meses desde el paso por Madrid del temporal Filomena y su histórica nevada, que cubrió -y colapsó- la ciudad en enero de este 2021. Mi actividad profesional como fotógrafo me obligó entonces a centrarme en el Parque del Retiro, donde llevé a cabo el encargo de documentar el estado del parque tras el paso del temporal. Pero también pude hacer mi propio reportaje -antes de recibir tal encargo- de las increíbles escenas que nos regaló nuestra hermosa Madrid vestida de blanco. Fue una sola sesión y entonces no tuve tiempo de procesarla, pulirla y publicarla. Ha sido ahora (paradójicamente en pleno verano) cuando he tenido un poco más de tiempo, tras un semestre de intenso trabajo, para sacar a la luz estas fotografías.
Madrid, una gran caja de luz
La nieve es una gran aliada para el lucimiento fotográfico. Sobre todo, cuando aun está nevando o, cuando acaba de nevar, pero el aire es blanco y el cielo y el suelo siguen siendo lo mismo. Me refiero a ese ambiente en el que no hay sol, pero sí hay luz: muchísima; porque todo la refleja, incluido el aire. Testimonio de ello son los miles de maravillosas imágenes de Madrid que pudimos ver en redes durante aquellos días en los que Filomena desbancó a la pandemia del primer puesto informativo. Daba la sensación de que no había una foto mala; y es porque, sumado a esa alegría eufórica que causan las nevadas y que, lógicamente, también se plasma en las fotos, la ciudad se convirtió en una gran caja de luz en la que los edificios, los monumentos, las calles e incluso las personas, parecían figuras de un belén.
El día después
Pero lo cierto es que yo, aunque sí hice alguna foto en El Retiro los días previos (comenzó a nevar el 7 de enero), el día 9 de enero de 2021 -el de la gran nevada- solo bajé a la calle, a primera hora –aún no había amanecido–, para hacer unas cuantas fotos. He de reconocer que el frío, la cantidad de nieve acumulada en los árboles y cómo seguía nevando, me amedrentaron. Por eso, decidí quedarme en casa todo el día, con lo que yo no tengo fotografías de esas tipo «belén» a las que me refería al principio. Así pues, el 9 decidí invernar esas 24 horas para salir al día siguiente, bien pertrechado y con un tiempo meteorológico mucho menos hostil. Hice un único reportaje por la zona del Prado y Cortes en un maravilloso paseo de cinco horas, que comenzó al amanecer -ese domingo fue el primero en que pudimos ver el sol desde que comenzó el temporal, días atrás- y concluyó a media mañana. Cuando estaba llegando a casa ya había muchas personas que salían a disfrutar de la nieve y el sol.
Itinerario fotográfico
El recorrido que hice comenzó en el barrio de Ibiza, donde vivo. Desde Menéndez Pelayo en dirección norte, rodeé El Retiro para dirigirme en línea recta desde O’Donnell hasta la plaza de Sevilla, pasando por Independencia, Cibeles y Alcalá. Después regresé hacia el este por la Carrera de San Jerónimo hasta el museo del Prado, haciendo paradas en el Congreso y en Neptuno. Desde allí, me dirigí hacia el sur en dirección a Atocha, con una visita a la Puerta Real del Real Jardín Botánico. En Carlos V fotografié y rodeé el Palacio de Fomento para alcanzar Alfonso XII en dirección norte, otra vez hasta la Puerta de Alcalá, deteniéndome en el Casón del Buen Retiro y en la Puerta de España del Retiro. Otra vez en Independencia volví sobre mis pasos en dirección este para llegar de nuevo a casa. El orden de aparición de las imágenes que estáis viendo corresponde, más o menos, con en el orden en que fueron tomadas.
Madrid, 10 de enero de 2021
En las imágenes de este reportaje, a diferencia de las que sí publiqué en el contexto del encargo mencionado y que resumí en el artículo: «El Retiro sin nosotros (III)», no hay paisajes de nieve inmaculada. La ciudad que yo fotografié aquel 10 de enero ya ha había sido disfrutada por decenas de miles de personas el día anterior. Los vehículos de mantenimiento y los de la UME ya habían practicado viales por algunas de las principales calles de la ciudad. Las aceras estaban cubiertas de nieve compactada por el paso de la gente y ya se acumulaban por doquier pequeños silos de nieve negruzca, porque había nevado tanto y hacía tanto frío que lo único que se podía hacer era, literalmente, arrumbarla allí donde molestase menos.
Sin embargo, sí obtuve, en cierto modo, una doble primicia: estaba haciendo las primeras fotos del día después, de la ciudad vacía pero disfrutada; y también estaba capturando las primeras instantáneas de Madrid con sol desde que comenzara el temporal, lo que en sí fue para mí todo un acontecimiento.
Caos y alivio
Madrid se vio sumida en un caos absoluto del que tardó semanas en recuperarse, pero lo cierto es que, como todos recordarán, la nieve trajo un tremendo respiro a nuestro achacoso estado de ánimo, brutalmente zarandeado por los efectos de la pandemia, que precisamente por aquellas fechas empezaban de nuevo a dejar datos devastadores.
Cuando la naturaleza devolvió (otra vez) la ciudad a la ciudadanía
Hubo algo de aquel paseo que me hizo revivir algunas sensaciones en positivo que ya experimenté durante los primeros meses de la pandemia, en tiempos de confinamiento. Me refiero a la quietud, al espacio, a la ausencia de prisa y también, como no, a la calidad del aire. Con Filomena, Madrid volvió a respirar.
Las avenidas se convirtieron en paseos; las autovías en improvisadas pistas de esquí. Los coches devinieron inservibles y la ciudad fue para los ciudadanos, mientras el rumor del tráfico enmudecía. Entonces comprobamos con total claridad la necesidad de hacer de Madrid una ciudad con menos coches, con menos humos y, por qué no, también con menos prisas, porque la prisa mata.
Conclusión
La naturaleza, lo he dicho en repetidas ocasiones, nos está hablando. La pandemia y el clima son dos facetas de una misma realidad, son inseparables. En todo caso, hay dos de muchos mensajes que son a mi entender especialmente claros: por una parte, que el espacio y la quietud son esenciales para la salud y para la paz interior. Y por otra, que nosotros también somos la naturaleza, cosa que parece que olvidamos cuando hablamos siempre de ella en tercera persona. Por ello, no solo las ciudades deben ser más verdes, sino también la forma en la que entendemos nuestra maltrecha relación con nuestro hogar en el Universo, que es lo que mi padre dice que es la Tierra.
Un proyecto divulgativo de RetiroExperience y Antonello Dellanotte para la visibilización del gorrión común, una especie amenazada
2 Comments
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Cómo se pueden conseguir copias de esas fotos en la nevada??
Hola, Paloma. Puedes utilizar el formulario de contacto de la web. Yo me podré en contacto contigo. Muchas gracias.