Madrid, 25 de agosto de 2020

Pero, aunque la calidad de la restauración en sí misma es buena, el proyecto se ha quedado corto –muy corto–, pues no prevé las suficientes medidas adicionales para su ulterior protección.

Años de semiabandono

Aporto en este artículo varias fotografías que he ido tomando a lo largo de los años. Por ejemplo, durante las sesiones que realicé para el Ayuntamiento en 2017, este era el aspecto que presentaba la obra.

En la imagen se aprecia perfectamente el grado de deterioro que acumulaba el monumento. Además, debido quizá a anteriores restauraciones de poca calidad, se percibía una incómoda falta de homogeneidad en el conjunto de los materiales. Los daños eran evidentes: la figura del niño estaba cruelmente emasculada y le faltaban los dedos; el subconjunto de los pichones a los que la joven figura masculina alimenta se encontraba también muy deteriorado, incluso parcialmente desaparecido; las cartelas eran apenas legibles y, en general, la sensación era de gran abandono.

La restauración de 2020

La restauración llevada a cabo en el verano de 2020 corrige todos estos defectos, devolviendo al monumento el esplendor que le corresponde por derecho propio, dados sus notables atributos histórico-artísticos.

Pero restaurarlo no era suficiente. Había que protegerlo. Y lo único que se ha previsto a tal efecto ha sido establecer un pequeño perímetro adicional y un simple bordillo. Y, lógicamente, ha ocurrido lo que era de esperar; no han pasado ni dos semanas y el monumento ya ha sufrido su primera agresión grave en las figuras de los pichones del escalón superior. Tras haber sido despegada, asuntó del que informé en las redes sociales, la pieza desapareció al día siguiente, pero volvió a aparecer otra vez, para alivio mío, pegada en su sitio.

Se debe actuar inmediatamente

No creo que sea este el momento de abrir debates sobre nuestro nivel de conocimiento, aprecio y respeto por el patrimonio monumental o simplemente por el valor de lo público; ni de expresar con reactiva vehemencia la necesidad de aplicar las correspondientes multas a los vándalos o ladrones de turno. Todo ello debería sin duda estar sobre la mesa de trabajo de nuestros servidores públicos; pero ahora lo que urge es balizar y volver a vallar el monumento de forma inmediata, para que no prosigan los expolios, y ampliar las medidas de protección de la obra, quizá con un perímetro mayor, una verja, un seto de boj y una barrera de rosales. Es sólo una sugerencia, pues es lo que se hizo, con éxito, para proteger el monumento a Campoamor, otra maravilla monumental del Retiro que precisamente está tan solo unas decenas de metros más al sur, también en el Campo Grande.

Un conjunto escultórico tan notable y con elementos tan frágiles no puede estar al alcance de la mano. Es, sencillamente, un disparate.

Cuanto antes se actúe, menos cara nos saldrá la broma. De hecho creo que no se puede esperar ni un día para actuar. Aunque sea, insisto, para realizar un balizado y vallado preventivos. Y luego, claro, que no tengamos que esperar un año para ver realmente culminada esta iniciativa de recuperación.

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