El Retiro sin nosotros. Así está el parque. Primera parte

El Retiro sin Madrid, Madrid sin El Retiro

Siempre me ha gustado ir al Retiro cuando no había casi nadie. Esa apaciguadora quietud que he sentido cada vez que he ido -durante más de diez años y casi siempre a horas intempestivamente tempranas-, es algo bien distinto a lo que experimenté el pasado sábado, cuando acudí a realizar la primera sesión para documentar gráficamente el estado del parque.

Después de asistir a miles de amaneceres y de compartirlos, a través de las redes, con cientos de miles de personas y también presencialmente con cientos de alumnos en mis cursos, llego a la conclusión de que había siempre una constante en mis sensaciones: el Retiro estaba vacío sí pero, como parque urbano, estaba vivo.
Lo estaba porque el pulso inextinguible de Madrid, la ciudad que nunca duerme, se percibía siempre, con independencia de la hora del día. Sin embargo, y a pesar de la excitación y la sensación de privilegio que me provocaba volver al parque tras semanas de estricto confinamiento y de muchas elucubraciones sobre cómo lo encontraría, las emociones que sentí al llegar allí fueron tremendamente perturbadoras.

El parque estaba precioso y ofrecía un aspecto muy cuidado aún cuando las labores de mantenimiento están lógicamente limitadas por las circunstancias, pero faltábamos nosotros. La primavera está ya madura y el aire tan limpio llega a ser desconcertante. Todo parece un extraño sueño. El silencio que todo lo invade y que se extiende, fantasmagórico, más allá de los límites del recinto, se siente desde el alma, a pesar de alcanzar calidades sinfónicas la primaveral y efervescente banda sonora creada por las aves que habitan El Retiro.

El silencio humano. La naturaleza toma la palabra

El hecho de estar solo en El Retiro (nunca lo estuve tanto) es algo que esperaba no me sorprendiese demasiado ya que, como comentaba anteriormente, estoy más que acostumbrado. Pero nunca estando en solitario había sentido tanta soledad, tanto estremecimiento. Lo primero que se percibe, junto a esa inédita claridad –y calidad- del aire, es ese silencio, que en realidad proviene de afuera. El choque de los sentidos en vivo con los registros de la memoria auditiva y visual provoca en la mente una conmocionante sensación de cortocircuito, de desubicación. A pesar del estallido primaveral y del vibrante mensaje de la naturaleza, lo cierto es que El Retiro no se puede entender sin sus gentes, sin nosotros.

Reencuentros emocionantes

El reencuentro con mis amigos los pájaros fue para mí, sin duda, lo más emocionante y una gran alegría a pesar de todo lo que está aconteciendo. La forma en la que me recibió Luna, la cisne negra del Palacio de Cristal, fue una lección tremenda. Fue ella quien, con su casi humana expresividad, me enseñó la diferencia entre estar solo y sentirse solo. El video lo explica mucho mejor. Y luego, los gorriones, quienes no sabía si me iban a recordar después de tanto tiempo pero que, para mi sorpresa, me demostraron enseguida que me sí recordaban, y perfectamente.

Incertidumbres y enseñanzas

El coronavirus, con la tremenda crisis sanitaria y social que está implicando, ha generado una conmoción de magnitudes planetarias; nos ha dejado un presente sin libertad, un pasado que tendremos que analizar y un futuro cargado de incertidumbres. Seguramente no volveremos a la normalidad tal y como la entendíamos, pues también hay muchos aprendizajes en todo esto; pero sí volveremos al Retiro, que sin nosotros, no es El Retiro.

Mañana, El Retiro en directo

Mañana vuelvo al parque y desde allí haré dos directos, desde dos ubicaciones diferentes; uno para los seguidores de RetiroExperience en Instagram y otro para los de Facebook.

Estos son los perfiles desde los que haré las retransmisiones y el horario de cada una:

Instagram: Parque del Retiro
www.instagram.com/parque_del_retiro
Sábado 25 de abril de 2020 – 10:30 AM

Facebook: Parque del Retiro Madrid
www.facebook.com/ParqueDelRetiroMadrid
Sábado 25 de abril de 2020 – 11:00 AM

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