
Tesoros de la Candidatura de Prado y Retiro a Patrimonio Mundial por UNESCO
El monumento a Alfonso XII en El Parque del Retiro
Antonello Dellanotte | Madrid, 11 de octubre de 2019
Convertido en lugar de encuentro y esparcimiento, el memorial del rey con el que volvería la monarquía tras la Restauración puede decirse que es el monumento más importante de Madrid.
Lo es por su complejidad, dimensiones y significación histórica; y por la propia ambición del grandioso proyecto de José Grases Riera, arquitecto adjudicatario de la obra.
Es un icono del Retiro y del paisaje urbano madrileño y una de las expresiones monumentales más significativas incluidas en el expediente de la candidatura a Patrimonio Mundial.
El Retiro obtiene de esta construcción su skyline más identificable, siendo probablemente, junto a La Cibeles, la Puerta de Alcalá, o el Palacio de Cristal, uno de los enclaves de la zona más fotografiados por propios y visitantes.


Un monarca con (efímera) estrella
Alumbrado por Isabel II en el Palacio Real de Madrid el 28 de noviembre de 1857, Alfonso de Borbón y Borbón sería el protagonista de uno de los más prometedores y efímeros episodios de la historia de nuestras monarquías. Fue apodado «El Pacificador» por su buen carácter y porque durante su reinado en España parecía llegar a su fin un periodo de enquistados belicismos, intensas confrontaciones y conflictos políticos crónicos.
Su rica formación en el extranjero –inducida por el exilio de la familia real tras La Gloriosa–, su notable inteligencia y su buena disposición, proporcionaron al futuro rey valiosas experiencias y un conocimiento en primera persona de otros sistemas políticos como el francés, el alemán o el inglés. Asistido por grandes preceptores e influyentes patrocinadores fue moldeándose, en la primera juventud de su corta vida, como un dirigente culto y de buen talante; como el futuro rey de un reinado inacabado.



La Restauración tuvo lugar en 1874, propiciada por las acciones de Cánovas y por el levantamiento de Sagunto, protagonizado por el General Martínez Campos, a cuya figura se erigió otro monumento que está a unas decenas de metros del de Alfonso XII, también en El Retiro. Durante su corto reinado Alfonso XII mostró un gran perfil político y no pocas cualidades humanas, tan echadas a faltar en otros titulares de su dinastía.
Se casó enamorado con su prima Mercedes de Orleans, quien falleció a los pocos meses de la boda con solo dieciocho años de edad. Su segunda mujer fue María Cristina de Habsburgo-Lorena, con quien contrajo nupcias ya por razones de estado, y quien le proporcionó tres descendientes: las infantas Mercedes y Teresa y el futuro rey Alfonso, hijo póstumo de Alfonso XII, que sería monarca desde su nacimiento.
El Pacificador murió de tuberculosis en el Palacio Real de El Pardo el 25 de noviembre de 1885, cuatro días antes de cumplir los 28 años. Parece que de las cuatro virtudes cardinales le falló la fortaleza, al menos la física, pues nunca gozó de buena salud; algo por otra parte habitual en la historia de las monarquías, probablemente debido a los casamientos endogámicos que producían con frecuencia enfermedades y muertes súbitas entre los neonatos y jóvenes descendientes de la realeza.


El monumento
La azarosa historia de su construcción abarcó nada menos que 35 años –desde 1887 hasta 1922–. Todo comenzó con la promulgación de una ley para su construcción, impulsada por la reina viuda María Cristina de Habsburgo-Lorena, aprobada en las Cortes en julio de 1887. Pero los convulsos años del final del XIX y las dificultades políticas y económicas obligaron a aparcar el proyecto, sólo reimpulsado por Romero Robledo quien ostentó, entre otras responsabilidades, la de Ministro de Gracia y Justicia.
La idea era que el monumento estuviese acabado para 1902, cuando estaba prevista la mayoría de edad del rey Alfonso XIII; pero llegada esa fecha lo que en realidad se hizo fue colocar la primera piedra. Habían pasado ya 15 años desde que se concibió la obra y todavía transcurrirían dos décadas más para su inauguración. Todo un periplo.


Concepto
El memorial de Alfonso XII recuerda –y posiblemente estuvo inspirado en ellos– a otros monumentos de estas características que marcaron tendencia en la época. Tal es el caso al monumento al rey Víctor Manuel II de Italia, en Roma, diseñado por Giuseppe Sacconi en 1885, e inaugurado en 1911; o el desaparecido memorial al Kaiser Guillermo I en Berlín, inaugurado en 1897 y destruido tras la II Guerra Mundial.


El monumento a Alfonso XII es más un conjunto arquitectónico que escultórico, según recoge la propia memoria de Grases. Y además es una obra con una gran significación política. España no pasaba precisamente por los mejores momentos, sobre todo tras las pérdidas de las últimas colonias. Así que el monumento sería en realidad una gran proclama de los valores patrios, eso sí, personalizados en la figura de Alfonso XII.
De este modo, todos los elementos que lo componen abundan en este discurso. La columna central, desde donde el rey pacificador preside el conjunto, es el elemento más icónico; en torno a ella, desde una profusa ornamentación que la viste, se dispone el resto de la propuesta. Las dos galerías con sus 19 pares de columnas en forma de anfiteatro no sólo parecen abrigar la pieza central; también confieren al monumento una solemnidad arquitectónica y un equilibrio y grandiosidad notables.

La parte constructiva se remata con unas escaleras que descienden hasta el nivel mismo de las aguas del estanque entre las imponentes figuras de cuatro leones que parecen proteger el conjunto y a cuyos pies se alzan sendas sirenas, de diseño diverso. La barandilla no estaba en la construcción original.



Decoración
Para poder llevar a cabo esta colosal obra se hubo de recurrir a los mejores escultores de la época. Aunque casi todos ellos eran catalanes, empezaré hablando de Mariano Benlliure, quien además fue el primer director del proyecto antes de que se adjudicase finalmente a Grases.
El genio valenciano firmó la estatua más importante del conjunto: la figura ecuestre del monarca. Sin duda, una de las más bellas piezas de este género que podemos admirar en Madrid. Benlliure destacó no sólo por su talento sobrenatural, sino por su gran capacidad productiva.
El hecho de que su rey a caballo estuviese terminado en 1909 –trece años antes de la inauguración– así lo acredita.

El pedestal central
Pero el monumento tiene decenas de elementos, también de una contrastada calidad artística; algunos de ellos ciertamente excelentes. Unos tendrían más relevancia en el conjunto del proyecto que otros. Así, destacan, en el historiado pedestal central, los tres magníficos grupos escultóricos que alegorizan la paz, la libertad y el progreso. El primero de ellos, La Paz, del genial Miguel Blay (Olot, Tarragona), escenifica el abrazo entre el soldado carlista y el isabelino, en un conjunto realmente destacable que mira a poniente, al igual que la propia estatua del monarca.



A la derecha, mirando hacia el norte, está La Libertad, del escultor segoviano Aniceto Marinas. Se trata de un conjunto escultórico con una gran intensidad escénica y un dramatismo que realmente impacta cuando se fija uno en él.
Al otro lado, orientado al sur, como salido del mismo pedestal, encontramos, imponente, el Progreso. Para mi gusto, una de las mejores piezas. Un joven de perfectas proporciones físicas alza vigoroso una antorcha con la mirada puesta en el futuro. Respaldado por un Pegaso y rodeado de alegorías femeninas forma un conjunto de enorme belleza. Fue el escultor Miguel Ángel Trilles quien se encargó de materializar esta maravilla.




En un nivel superior del pedestal encontramos, junto a sus correspondientes medallones, las cartelas con las virtudes cardinales: la Justicia, la Fortaleza, la Templanza y la Prudencia. Debajo de los grupos escultóricos antes mencionados encontramos tres relieves hechos en bronce. Bajo la libertad, de Lorenzo Collaut-Valera, la Caridad Real. Mirando al oeste, bajo el conjunto de Blay otro relieve, firmado por él mismo escenifica la paz. Mirando al sur, bajo el progreso, se encuentra La Instauración Monárquica, de Pedro Carbonell.



Las fuerzas vivas y los escudos de las provincias
Al pie de cada uno de los cuatro pilarotes que rematan el hemiciclo se sitúan seis estatuas que representan fuerzas vivas de la nación. En la parte frontal, todas realizadas en bronce y de norte a sur, encontramos: Las Artes, de Joaquín Bilbao, La Industria y el Comercio, de José Clará, La Agricultura, de José Alcoverro y Las Ciencias, de Manuel Fuxá. En la parte trasera, mirando hacia el paseo de Chile y de piedra caliza, La Marina, de Matero Inurria y el Ejército, de José Monserrat.







En el remate superior, bajo la balaustrada encontramos distribuidos, a lo largo de toda la obra, los escudos en relieve de las provincias españolas, intercalados con imágenes de niños realizando diversas tareas. Esta parte de la decoración se encomendó al escultor gerundense Pedro Estany.
Restauraciones
Desde su inauguración hasta nuestros días el monumento ha sufrido algunas modificaciones. Originalmente contaba con una mayor riqueza de ornamentos, pero algunas figuras, como estatuas y jarrones, se perdieron durante la Guerra Civil y nunca fueron repuestos.
Tras décadas de semiabandono, entre 1982 y 1988 se acomete la restauración más importante, pavimentándose la lonja y rehaciéndose la escalinata central.
En el año 2000 se sustituyen los leones originales de piedra, muy deteriorados, por otros de bronce. La última restauración y limpieza tuvo lugar en 2017 y 2018.

Lugar de encuentro y esparcimiento
Hoy en día, el memorial de Alfonso XII es un punto neurálgico del Parque del Retiro. La morfología del monumento, con gran cantidad de espacios para sentarse, proporcionado por las escalinatas y por el propio banco corrido del hemiciclo, hace que sea un lugar perfecto para pasar allí agradables ratos.


En las primeras horas del día es un lugar vacío y es cuando con más calma se puede contemplar no sólo el propio monumento, sino también sus maravillosos alrededores. Sentarse 10 minutos a respirar y contemplar los increíbles paisajes que lo circundan es una excelente de encontrar calma y quietud en un entorno lleno de belleza y energía.

En una bulliciosa mañana de sábado lo que encontraremos será mucho gentío haciendo fotografías o contemplando el estanque y sus barcas.
Al atardecer se convierte en uno de los lugares con más encanto de Madrid. Decenas de personas se suele agrupar para contemplar, en un escenario único y a menudo amenizado con música en vivo, mágicas puestas de sol que convierten el lugar en uno de los mejores chillouts al aire libre de la capital.
Las vistas desde el monumento
En noviembre de 2017, durante las últimas obras de restauración acometidas, tuve la enorme suerte de subir a lo más alto del pedestal; no dentro del mirador, sino por fuera de él. Gracias al andamiaje y acompañando a un equipo del Ayuntamiento pude literalmente tocar el caballo de Benlliure, que por cierto, en persona es enorme –el doble del tamaño natural- y realmente hermoso. El nivel de detalle es casi impropio de una obra concebida para verse a más de 30 metros de distancia. Una verdadera maravilla del maestro valenciano. Las vistas desde allí quitan el aliento.

Algo parecido se puede ver desde dentro del mirador, al que se puede acceder inscribiéndose en la web del Ayuntamiento, aunque suele haber mucha lista de espera.
Pero en realidad no es necesario subir para contemplar fabulosos paisajes. Desde el pie del monumento, al nivel del suelo, podemos deleitarnos, mirando hacia poniente, con el Estanque Grande, el Paseo del Salón del Estanque y el Paseo de las Estatuas. Girando 180 grados la vista, y tras rodear el pedestal encontramos la panorámica de la columnata y el Paseo de Chile, flanqueado por cipreses, que lleva hasta la Plaza de Guatemala, donde está, de espaldas, el portentoso monumento a Martínez Campos, mencionado previamente.

El monumento a Alfonso XII y su entorno verde conforman por sí mismos un verdadero paisaje cultural, uno de los enclaves más hermosos y con más arte e historia por metro cuadrado de la ciudad de Madrid. Sin duda uno de los tesoros más relevantes de la Candidatura.
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ARIZA PEREIRA, Maria del Carmen: El monumento al rey Alfonso XII en el Parque del Retiro de Madrid: el polemico concurso para su construccion. Los proyectos presentados y sus influencias. El Viso, n? 102, 1989, 47-71
Sí que fue polémico.. Gracias, Alex!
[…] A continuación solemos hacer un estudio de posiciones, alineamientos y encuadres en el monumento a Mingote, junto a la Plaza del Maestro Villa y su templete de música para después, atravesando el recinto de la Casa de Vacas, dirigir nuestros pasos hacia el cuadrante noreste del Retiro, no sin antes haber visitado y fotografiado el Paseo de Chile y el monumento a Alfonso XII. […]
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